Este fin de semana fui a una comida con la familia de mi querido SeñorDon, para mí este tipo de reuniones son como un evento de otro mundo, me quedo maravillada viendo al espécimen del tío buena onda, el primo chistoso, la tía criticona, la abuelita que ya no tiene pelos en la lengua, y así puedo identificar cada uno de esos extraños espécimenes...
El punto cúspide de este éxtasis de convivencia familiar sucedió cuando todos comenzaron a dar los consejos de remedios caseros para el pie luxado de la señorita M.
-Lo mejor para esos casos es untarse vinagre mijita, bueno si encuentras nata de vinagre sería mejor (¿existe tal cosa?)
-¡No! mejor haste una cortadita para que sangre y se te quite lo hinchado
-Lo mejor es levantar el pie y darte masajes con pomada de...
-Yo conozco un médico del deporte que atiende casos como los tuyos...
-¡No! quien la debe de ver es un quiropráctico
-Úntate árnica
-No, no definitivamente el mejor remedio es usar pomada de la campana y vendarse
Y así entre remedios y discusiones ridículas transcurrió esa tarde con ese fenómeno conocido como la convivencia de una familia mexicana.
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